Sigo sin saber qué hago yo aquí, si no voy a trabajar de ello. Hace ya mucho que pensé en dejarlo, pero por no decepcionar aquí sigo, agobiada hasta arriba, pero sigo.
Vamos, un desastre total.
Sigo sin saber qué hago yo aquí, si no voy a trabajar de ello. Hace ya mucho que pensé en dejarlo, pero por no decepcionar aquí sigo, agobiada hasta arriba, pero sigo.
Vamos, un desastre total.
Oscuridad del alma que lleva implícita brechas de dolor y angustia.
Mi sombra relantiza las normas de mi cabeza, mientras otros no dejan que piense, solo ellos, siempre ellos, mierda de ellos.
Una mañana cualquiera te das cuenta que en tu vida falta algo, simple y llano, miras alrededor y huyes de todo aquello que te produce pavor, sin pensar, sin hablar, solo mirando tu alma llegas a la profundidad de la noche que te envuelve.
Una vez allí solo te queda esperar, caminas entre ponzoña y estupor, tu alma quiere volar hacia el cielo azul, tú solo quieres volver a la oscuridad.
Orfandad lo llaman, sentimiento de soledad en el alma, donde los ojos no ven, solo buscan algo, inalcanzable, imposible, sin piedad, devastador, incansable, día a día igual, melancolía, pena, rabia. Día tras día, intentas levantar la mirada para ver las nubes que cubren el cielo azul para ver si hay una señal de no soledad, nada.
Cada vez más cansada, cada vez más dolida, cada vez más desterrada.
Cuesta tanto levantarse en la mañana y hacer que todo va bien, tu sonrisa hipócrita, tus andares malditos, tu espejo con un reflejo de desamparo, sigues viéndote ahí, esa de enfrente eres tú, o eres la que antes estaba con una sonrisa, ya ni eso, solo quieres rodearte de gente que te aprecia que sin ningún motivo te abraza y te contagia su sonrisa.
He perdido tanto en el camino que ya no sé ni quién soy ahora, mi reflejo no me da la verdad, me vigila y engaña como un asesino en la oscuridad.
Lloro de impotencia, esperando algo que quizá nunca llegará.
Aquí sigo, caminando hacia las baldosas amarillas.
Oportunidad de verte,
mis ojos sangran suturas.
Lecturas impredecibles,
para un pasado vertiginoso.
Estructuras dulces,
terminan en el sumidero.
Ideas vanas
que complican los susurros.
Escuchando Pachelbel, el tiempo retrocede a un instante ya olvidado de la vida. Una maraña de intermedios, espaciados como estrellas en el firmamento.
Ahí estamos, pendiendo de un hilo que aún siendo invisible, lo cortamos como guadañas en la noche que nos protege de todo mal, donde todo desaparece y se olvida, con pensamientos escasos sobre la vida, instigan a sobrellevar la vida oscura, vacía, sin sentido, solo la claridad de la música, resurgirá en los tiempos venideros, quizás ocultando todo aquello que mis dedos no pueden escribir, aunque mi mente lo vaya repitiendo continuamente, siempre pensé que era una cobarde, pero esa palabra dejó de existir en mi lenguaje hace tanto tiempo, como oscuridad lleva la noche estrellada que miras para soñar y disfrutar del infinito en ella.
Seguimos hacia delante, nos hemos caído pero los hilos invisibles de las marionetas nos vuelven a poner en pie.
Siempre mirando el camino de baldosas amarillas, siempre dejando atrás todo lo demás.
Vuelvo a tocar tus palabras en el aire que desnuda la mañana, que tus besos despierten en la eternidad de mi abrazo.
Sentirte a mi lado, en silencio, susurrando frases de amor edulcoradas bajo la superficie de tu piel, eso quiero, profundizar en tu alma y colarme por tus surcos a tu espíritu encerrado.
Quiero quedarme en tus melodías, mirarte a los ojos y sentirte a mi lado.
Volviendo a tus recuerdos...